2 de septiembre de 2010

Por mí y por todos mis compañeros (II): Urko

Antes de que Urko llegara a Madrid para buscar piso conmigo yo estaba temporalmente en un apartamento de unos 30 metros cuadrados que me había conseguido mi padre en una calle bastante buena entre Cuatro Caminos y Nuevos Ministerios. Era una comunidad demasiado pija y no terminaba de acostumbrarme a que una persona completamente desconocida me revisara el correo y llamara a mi puerta cada noche para recogerme la basura. Además el hombrecito del portal me resultaba muy incómodo: escudriñaba mis bolsas de la compra cada vez que volvía de Caprabo, dejaba a mis escasas amistades con el saludo en la boca y me ponía realmente difícil entrar o salir del edificio sin pasar antes por sus miradas gélidas de desaprobación.

Después de una semana viendo pisos solo, cuando Urko hizo acto de presencia yo ya conocía de sobra el percal del alquiler en Madrid. La cosa pintaba mal. Nos iba a resultar muy difícil alquilar algo para los dos porque pagar unos 400 euros al mes por cabeza era algo que no podíamos permitirnos. Para colmo, mi primera impresión al verle no fue todo lo buena que cabría esperar. No es que lo juzgara por su apariencia ni mucho menos, simplemente sentí que aquel pelirrojo desgarbado de mirada fría que tenía delante quizá no era la persona dulce que me había transmitido –o que yo me había imaginado- por internet y teléfono. Reconozco que a veces me he equivocado con mis prejuicios, pero esta no fue una de esas ocasiones.

Hice una lista con anuncios de varios periódicos y otros que había visto por la calle. En casi todos nos encontramos con las puertas cerradas: “no, lo siento, lo acabamos de alquilar”, “¿sois estudiantes? Ni loca os lo alquilo”, “sólo queremos chicas”, “buscamos trabajadores, los estudiantes hacéis fiestas”, “¿Qué edad tenéis? Uy no… que no quiero drogas y cosas de esas”, “si no compartís con una chica ni os lo enseño, que luego me llenáis la casa de fulanas”. Vaya tela. Con esto no contábamos. Pero el segundo día conseguimos concertar visitas a varios pisos y por fin comenzó la búsqueda conjunta.

Aún con estas dudas que pululaban por mi cabeza desde el minuto uno, nos pusimos manos a la obra para encontrar techo para el próximo curso. Desde el principio Urko dejó muy claro que estaba dispuesto a ir conmigo a los pisos para verlos, pero que no iba a realizar ninguna llamada porque no le gustaba su voz. Vaya por Dios. Mira que yo me considero raro, pero hasta ese punto creo que no llego… Poco después, viendo que era de la cofradía del puño cerrado también pensé que quizá me lo dijo para ahorrarse saldo del móvil.

Intenté vestirme lo más formal que pude, porque hasta el día anterior no había caído en que tenía que dar imagen de no ser juerguista, yonqui ni putero. El resultado fue algo parecido a ir disfrazado de amish –yo es que no tengo término medio- aunque quedé bastante satisfecho. ¡Pero horror! cuando miré a Urko salí de mi fantasía religiosa: mi futuro compañero llevaba puesta una camiseta tres tallas más pequeña que la suya, con al menos un palmo de barriga a la vista y luciendo orgulloso su ombligo peludo. Casi muero. Pero hice de tripas corazón y pensé que al menos yo podía darle el pego a alguno de los dueños.

Después de todo el día mirando cuadras, porque algunas no llegaban al calificativo de vivienda, volvimos a mi pequeño zulo muy desilusionados. Los únicos sitios en los que no nos pusieron trabas parecían sacados de la peor pesadilla: con pasillos estrechos que conducían a habitaciones interiores sin ventilación, semisótanos, sextos sin ascensor o con muebles dignos de un museo etnográfico.

No sé si fue por la decepción compartida pero Urko se decidió esa misma noche a hablarme más de él. Me contó que aunque no lo pareciera tenía mucha experiencia compartiendo pisos, pero que siempre acababa yéndose porque no soportaba a la otra gente. De hecho hasta poco antes de conocerme había vivido “con unas guarras” -según él- que le hacían la vida imposible y le echaban en cara que dejara el inodoro tan sucio y que no fregara nunca:

“¿Y sabes qué hice? Un día me harté y me fui, pero antes aproveché que era de noche y estaban durmiendo para rajar las cortinas, sofás, cojines y romper todo lo que pude en la cocina. Además desarmé varios muebles y tiré los tornillos y tuercas por la ventana del salón, que daba a un descampado, para que nunca pudieran volver a montarlos”.

Como os podéis imaginar, ante aquella visión y lo que se me venía encima, el miedo se apoderó de mí…
jueves, septiembre 02, 2010

17 comentarios:

Fantastico! Y como termina esta historia? Aqui en Argentina suelen haber miles de la "cofradia del punio cerrado" jajaja, buenisimo!
Vas primero en el concurso, mil felicitaciones!!
Besos desde Argentina...

Debes continuar !!!!!!

Vaya joyita de compañero !!!, nada psicópata ehh :P.

Me imagino tu terror al escuchar esas palabras. No quiero adelantarme a los acontecimientos no sea que meta la pata ..pero ya me tienes en ascuas a ver como sigue la historia con tu amigo Urko.
Un abrazote!

Tengo ganas de seguir tus aventuras y desventuras con Urko. La verdad es que no exageras absolutamente nada, la vida en Madrid es justo así. Lo cuentas todo tal y como es... Ahora lo que tengo es impaciencia por ver cómo sigue la historia (No tardes tanto en hacer las continuaciones de las historias por dios).

1 abrazo, José!

Manu.

q fuerte!! pero esto es verídico?jaja,como no te echaste a correr??tremendo psicópata jaja

Ay, las peripecias que vive uno cuando tiene que buscar piso...

Muchas gracias por seguir mi blog! No sé que pasa pero me da error cuando quiero seguir el tuyo, dice que lo intente más tarde...

Espero con ganas el desenlace XD

Un saludo!!

Menuda pieza, como haces para encontrar gente asi? jajaja. Deseando estamos saber el desenlace, no tardes :)

La cosa promete, en favor del relato, el tal Urko es todo un saco de 'bondades' del que saldrán sin dudarlo anécdotas a espuertas.
Seguimos a la espectativa
Saludos

Qué fuerte! Qué fuerte! Menudo miedito! Si es que la realidad supera la ficción. Espero impaciente el desenlace. Nos tienes en un vilo!

me encantaaaaaaaaa!!! necesito leer mas!! que putada no haberte conocido en esa epoca pq lo que nos hubieramos reido con Urko!!! jeje un besazo y muchisima suerte en el concurso!

Muy buena historia me ha encantado, aqui tienes un seguidor más.

Un abrazo.

Muy interesante. Que bien escribes. ¿para cuando el siguiente capítulo?

Je je je je. Por lo menos se dedico a desmontar la casa... porque con la pinta que tenia podria haber dedicado a deshuesar a los habitantes....
Muy buena historia. :-)

Ahhh bueeenooooo... una joyita este Urko!

Estoy deseando leer la 3ªparte. Porque hay 3ª parte ¿No?

Supongo que finalmente no habrás compartido piso con Urko ¿no? ¿O sí?

Muy buena la historia

Besos

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